martes, marzo 2

Plagio de otro blog

A veces gritar es necesario para poder seguir adelante sin volverse loco, para distanciarse un poco, para quitarle hierro al asunto y respirar con algo más de desahogo. Pero cuando se ha crecido en el silencio y se lleva demasiado tiempo sin ejercitarla, la garganta duele y la voz se quiebra, no sale, y te callas.

Pero toca gritar, te hace falta para poder seguir adelante, así que lo haces, pero hacia dentro…

Y es entonces cuando el eco de tus propios lamentos retumba de tal manera dentro de ti que te sorprendes, como el que se sobresalta al ver su propia sombra. Y realmente te asustas, porque no es lo mismo observar tu desesperación reflejada en los ojos de alguien que escucha tu llanto, que sentir en lo más hondo e inexpugnable de uno, el estruendo y las sacudidas de la pena cuando se estampa sola y desorientada contra las paredes de tu alma.

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