viernes, julio 29

Desnuda en el armario

Ayer prometí a una personajilla que le recordaría mi experiencia de entrar desnuda a un armario, y hoy voy a intentar cumplirlo. Normalmente, lo que está más de moda es salir de los armarios, ya sea con ropa o sin o como fuera, pero salir. Yo como siempre tengo que llevar la contraria, para sentirme bien conmigo misma, entro.



El día del armario



Esto sucedió hace un tiempo, quizás poco, quizás mucho, no concreto porque si lo cuento todo se quita el misterio, y si se quita el misterio, cual es la gracia? Estaba yo viviendo un idilio de amor, una de esas aventuras que recuerdas luego mucho tiempo, en la que solo existes tu y otra persona, una habitación y el tiempo, que no se frena el muy cabrón aunque se lo pidas de rodillas. Teníamos la sana costumbre de poner en la puerta de la habitación el cartel de “no molesten” para evitar imprevistos, como que entren a cambiar las toallas o a hacer la cama, cuando tu estás vestida solo con una toalla encima de la cama y no precisamente viendo la tele. Más que nada es que la experiencia te enseña a veces estas cosas. Pero llegó un momento de pasión, que nos hizo entrar en la habitación sin pensar en cartelitos, ni cerrojos ni nada, y de repente en pleno apogeo con el amor fluyendo por todos los rincones, los ojos cerrados y sintiéndome dentro de la piel de la otra persona más que dentro de la mía propia… llaman a la puerta. La primera reacción fue abrir los ojos y shhhh no hacer ni un ruido, luego piensas, coño, es mi habitación, he pagado por ella, por que tengo que callarme? Siguen llamando a la puerta. Y de repente se oye como sacan un juego de llaves e intentan abrir, yo super lista, super inteligente, en vez de decir que quien era y esas cosas que se dicen cuando llaman a tu puerta, grité “ hostiaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa! Ves a ver, ves a ver, que van a entrar!!!” y con las mismas al cerrar la boca salté de la cama al armario, me metí dentro y casi cerré la puerta también. Tipo película en la que se ponen los cuernos y el amante se esconde, pues así, pero sin cuernos y sin amante, solo que yo tengo esos puntazos. Al final mi ángel salvador, se levantó liberado de mi peso y poniéndose lo primero que encontró fue a ver que pasaba. Resulta que era el servicio de habitaciones que venia a ponernos un bombón en la almohada. Se puede ser más tonta, pero no se puede entrar con más clase dentro de un armario!

PD: Hoy mando un beso enorme a dos niñas wapas wapas wapas, que me mandaron ayer un fansing genial! Ole, ole y ole por vosotras! Mencanta! (dejaré los comentarios de el dedo para otra ocasión :P) Muchas muchas muchas gracias!

Escuchando: Niños Mutantes - El sonido de mi corazón



Por la noche puedo, conocer,
el sonido de mi, corazón,
oigo mi cuerpo bibrar,
y me alegro por estar aquí.
Y si tengo miedo puedo gritaar!