viernes, julio 22

Fin del viaje (ke largo se hace contandolo)

Después de un domingo, siempre viene un lunes.. o no.. depende las horas que te pases sobando. Voy a contar mi último día en lokolandia, y ya acabo con esto.
Tras pasar la noche con los tres persons que habitaban con nosotros en el hostal, las dos chicas desaparecieron antes de que viéramos salir el sol (yo creo que es costumbre ya) y el chico del antifaz seguía en sueños hablando de cosas. N, S y yo nos levantamos, vestimos, “aseamos” (porque con esa agua mucho no te podías limpiar.. era chungo contener las arcadas mientras te lavabas los dientes) y piramos para Charing Cross a ver el Nationall Gallery. La verdad es que mencantaron los cuadros, había tantisimas cosas interesantes por ver, que tuvimos que hacer una selección, y ver solo las más famosas. Tengo que volver ahí. No tardamos mucho en salir, porque todavía teníamos que ir a Oxford Street a por unos calcetines que valían muy baratos (y ante todo somos catalanas), aunque luego no encontramos la tienda pero bueno. Acabamos sobre las doce y media en el hostal, recogiendo las maletas del cuarto de las maletas que se abría con una llave atada a una lata, y estuvimos una media hora más rebuscando entre las trescientas que habían puesto encima. Una vez cargados los burros, les arreamos en el culo con la ramita de un olivo y fuimos hacia el metro (si, ese metro que no tiene seguridad ninguna, y en el que nos colamos como pedro por su casa… luego pasan las cosas que pasan) y de allí a Liverpool no sequé, porque todo lleva su coletilla eso no se me olvidará en la vida. Me regalaron un cerdito rosa que ya fotografiaré para algún post en el que no tenga mucho que decir (hoy tampoco lo tengo pero no me apetece moverme). Y de ahí, nos metimos en un bus camino Stansted, donde nos quedamos súper sobadas como tres crios chicos. Cuando llegamos al aeropuerto, no nos podíamos creer que no nos hubiera pasado nada extraño, pero no queríamos tentar a la suerte. Era temprano y aprovechamos para comer, yo me compré una bandejita de Sushi que estaba para mojar pan (pero no en la salsita con eso verde.. puags!). Cuando ya nos avisaron de que podíamos facturar, surgió el primer problema: el asa de la maleta de S no se bajaba y no podían facturarla. Así que busca soluciones, la metimos por otro lado con cosas frágiles y ale, va que chuta, como no era la mía, que mas daba. Ya sin pesos, fuimos a pasar por la máquina del “pi piribi pipi” y nos hizo gracia ver que había una caja metálica dónde ponía que la gente depositara sus cuchillas de afeitar, chuchillos, y navajas multiusos. ¿Quién coño lleva eso pa subir a un avión? Pues S llevaba cuchillas y un abre corchos disfrazado dentro de una cabina de teléfonos. Total que se puso aquello a pitar como loco, y el tío rebuscando por todos lados a ver que llevábamos.. no nos metieron la mano en el culo porque no les dio la gana, pero vamos faltó el canto de un duro. Al final le hicieron tirar las cosas (throw away!!) y ya subimos al avión sin ningún incidente más.
El viaje bien gracias. Movidito pero bien.
Lo mejor de la llegada: la sorpresa que me dio mi hermano escondido por el aeropuerto!

Escuchando: Niña Pastori – Quiero que me beses (la recordé ayer mientras chafardeaba un blog pasado de alguien :p)