jueves, julio 21

Visiting Camden y olé

La próxima vez que vaya a compartir habitación me llevaré un Strepsils o algo pa la garganta, Lizipaina quizás. La 4ª ocupante despareció con su tos a las 7 de la mañana, no se por que todas se van tan pronto, si ya he dejado de peerme por las noches. Intentamos buscarla en el bar una hora más tarde cuando bajamos a desayunar, pero todas eran rubias y blanquitas de piel, y dio la casualidad que ninguna tosió.
Por fin llegó el domingo, y decidimos tomárnoslo con más tranquilidad.
Objetivo: Camden. Mercata powahhh!
Yo, que para quien no me conozca soy un poco compulsiva comprando (es que siempre hay algo que me haga falta), me dejé casi todos mis cuartos en ese paraíso creado en la tierra, donde nadie es lo que parece y se regala amor en todas las paraditas. Había desde narcóticos, (“nocturnos” o “siniestros” para la gente normal), hasta gente de lo más fifí, incluso había una parada de ropa militar de segunda mano. Y la gente, ya te puedes imaginar, de todos los estilos, incluso había unos niños que digo yo que en su casa mucho no se gastaban en ropa. Encontré una Phunky Fish, o como se diga (en la foto no se aprecia y yo no me acuerdo así que da igual), y me acordé de E y de las aventuras que nos metimos fotografiando todas las de Barna.
Pararse a comer era toda una delicia, había paraditas de todo tipo, y los chinos se desvivían porque probaras sus delicias de poyo (o gato, que mas da si to va padentro?). Yo opté por un combinado de rollito, tallarines, una gamba y algo que gracias a dios había dejado de moverse minutos antes de que me lo comiera. M prefirió ponerse morada de Donuts.. que no tenían muy buena pinta después de tirarse toda la mañana al sol. Pero una de las cosas que más me moló es ver a mogollón de parejitas gays super felices y super tranquilas paseando sin pudor, y totalmente integradas con el tumulto que estábamos allí. Anda que aquí ibas a poder comprar tranquila, sin la mirada de 30 marujas detrás cuchicheando y mirándote mal. Buen rollito Camden! Cuando terminamos de comer fuimos a que yo comprara souvenirs.. no se me podían olvidar unos regalitos que tenia pactados ;) y para variar acabé comprando una chorrada que te la pones en la lengua y hablas como un pájaro. Es que hacer el tonto por medio londres imitando a un pájaro y asustando a la pipol, no tiene precio!
Por la tarde fuimos a ver la iglesia de St. Pol o Paul (no lo recuerdo bien, estaba cansada!!!!) Y nos dijeron que pasar era gratis, solo había que dejar una pequeña donación y no podía ser en monedas. Digo yo: estos en España se comían los mocos! Así que nos alejamos poco a poco antes de que nos saquearan el seguro de vida que te regalan en el banco cuando cumples 18. Fuimos hasta el barco que ganó la batalla de Trafalgar, no quiero ni pensar como serían los otros con los que luchó, porque éste daba penilla, y ya como los pies nos seguían respondiendo a pesar de los kilómetros que llevaban bajo sus ampollas, nos pusimos a hacer la cola del London Eye que parecía que había bajado en unas doscientas personas. Casi no me dejan subir, porque llevaba algo potencialmente peligroso: un lápiz gigante! Le dije al guardia con mi súper inglés que “Don’t worry, i don’t want to kill anyone, it’s to write to my fans” y el pobre hombre me dijo que le parecía muy bien, pero que el lápiz me lo guardaban abajo.
Se ve todo muy chiquitito desde ahí arriba, pero tendrían que avisar con más antelación cuando te hacen la foto, en port aventura al menos ves el flash y la localizas pero aquí te lo dicen, o más bien chapurrean, en inglés y chas.. búscala!
Después de eso, ya tiramos para el hostal a descubrir la nueva sorpresa que nos tendrían preparada, y no nos decepcionaron en absoluto. Fue abrir la habitación, y ya no era una pava ocupándola, ahora 4. Entonces piensas, a ver, si nosotras somos tres, y están aquí nuestras tres maletas… ¿Qué hacen cuatro tías durmiendo en nuestras camas? Don’t worry again. Pabajo a hablar con el recepcionista. Yo me partía de la risa ya, por no llorar, el tío flipaba de cómo podían haberle traído al mundo con tan poco cerebro, y al final conseguimos que nos metiera en otra habitación, esta vez de seis personas: un chico con antifaz, una japo, y la señora ronquidos.

Hoy se ha vuelto a repetir, por suerte de momento están todos bien. No hay derecho, pero se veía venir. En el metro la única vigilancia que tenían era al taquillero y a uno que miraba si picabas el ticket, y en el bus solo el conductor. ¿Qué está pasando gente?

Escuchando: El bicho - Puerta Triana