lunes, marzo 20

Libro de ilusión

Érase una vez un libro de cuentos infantiles, con tapas duras y dibujos de colores, que se abría solamente cuando un corazón dorado pensaba en él. Eran muchos, niños y mayores, los que intentaban en vano leer sus historias, se decía que el libro otorgaba la magia de la ilusión a todo el que lo consiguiera. Pasaron años sin que nadie pudiera hacer vibrar ni una sola página, y el libro seguía esperando el momento de mostrar todo su esplendor. Se acercaron incluso animales venidos de todos los bosques del planeta, cebras, patos, gallos, lobos, cabras, incluso un ave fénix creyó que conseguiría algo, pero las historias seguían inmóviles dentro de las hojas. Un día que amaneció gris y nublado, una niña pequeña se perdió de camino a la escuela. Le entró un miedo terrible al darse cuenta de que no sabía donde estaba, ni como volver, ni como había llegado hasta allí. Decidió sentarse en una roca, arrancar una margarita, para esperar a que alguien la echara en falta y fuera a buscarla. Nadie vino. Pasó la noche a la intemperie, con frío y lágrimas, sintiéndose abandonada, cogiendo fuerzas en cada bocanada de aire para encontrar el camino al día siguiente. Por la mañana el cielo tenía un color extraño, no era uno solo, si no un arcoiris cegador que atraía más que una simple mirada, mostraba un camino, así que la niña lo siguió, se dejó llevar, hasta dar de bruces con el libro. Al verlo se sorprendió tanto, que su primera reacción fue esconderse tras un árbol durante un par de horas, para comprobar que aquello era real. ¿Qué hacía un libro tirado en aquel lugar? Se armó de valor, miró a ambos lados para cerciorarse de que nadie la observaba y salio corriendo a cogerlo. Lo agarró con todas sus fuerzas y se lo llevó detrás del árbol. No pesaba nada, era un libro grande, de montones de páginas, y no pesaba nada. Miró la portada, y una extraña luz emanó de entre sus dibujos. La niña soltó el libro pegando un grito, con la gracia de que al caer sus páginas quedaron al descubierto, boca arriba. Y no pasó nada. El libro quedó boca arriba, la niña salió corriendo, y la ilusión se perdió entre los árboles de aquel lugar. Dicen que hoy en día si pasas por ese camino, puedes ver el libro boca arriba, lleno de páginas en blanco porque la niña no quiso leerlo, y dicen también que ese libro ya no dará más ilusiones porque las perdió el día que la niña lo lanzó por los aires con todo su miedo.


Escuchando: Pastora - Una mañana

Cada noche yo me duermo al lao izquierdo de la cama,
Pa'ver si en el derecho una casa se levanta, un abrazo se me escapa